Cine Sostenible en Chelva
Chelva es un conglomerado histórico (musulmanes, árabes y cristianos) en un entorno privilegiado, que espera escalonada la mirada escrutadora del que quiera aventurarse en su laberinto.
Chelva es un conglomerado histórico (musulmanes, árabes y cristianos) en un entorno privilegiado, que espera escalonada la mirada escrutadora del que quiera aventurarse en su laberinto.
A primera hora de la mañana del pasado viernes, “aterrizaba”
en este pueblo del interior de Valencia, dispuesta a dar un taller audiovisual
a una quincena de alumnos de secundaria convertidos por cuatro días en
aprendices de realizadores.
Había sido invitada por Jordi Orts en el marco de L’Escola d’Activitats Culturals a la Naturalesa (AECN), tras presentar uno de mis trabajos, Cousas do
Kulechov, en L’Escola Gavina.
Entrando en la casa de Paco, cinco plantas apuntaladas por
1000 años de historia, percibí enseguida que aquello era por encima de todo una
experiencia de convivencia e intercambio en unas jornadas que seguramente
quedarían grabadas en las retinas de unos chicos y chicas que gozaban de la
inconsciente fortuna de estar allí.
Mientras Paco y Sonia cacharreaban en la cocina, aquel
bullicioso grupo enfundó, no sin pereza, guitarras y ukeleles y, como por arte
de magia, en cuestión de segundos, ya se habían transformado en atentos interlocutores
que cuestionaban puntos y/o aportaban ideas.
“Macroecología Fílmica”, “Carácter Planetario” o
“Sostenibilidad”, no son términos ante los que se desalienten estos
adolescentes acostumbrados a “navegar” entre todo tipo de marejadas semánticas
a golpe de ratón. Y yo no soy de las que se lo pongo fácil solo por ser tan
jóvenes; al contrario, desde la certeza de su inexperiencia, los sitúo como proyectos de ciudadanos
responsables y conscientes y creo
que ellos responden a la confianza con el esfuerzo de estar a la altura.
Así, les hablé de lo que, bajo mi punto de vista, serían las
tres ideas clave de lo SOSTENIBLE como algo capaz de:
- CREAR RIQUEZA CULTURAL Y SOCIAL PARA TODOS DE FORMA EQUITATIVA.
- APROVECHAR LOS RECURSOS DEL CONTEXTO DESDE EL EQUILIBRIO Y EL RESPETO.
- MAXIMIZAR MEDIOS MODESTOS PARA CONSEGUIR RESULTADOS DE GRAN INTERÉS PARA EL GRUPO.
Expandiendo un poco la idea de lo sostenible al audiovisual,
les lancé algunas preguntas:
¿Es el injustamente llamado cine “pobre”, “indie”, de bajos
recursos, el cine con pocos medios técnicos y humanos, un cine sostenible? ¿Es
un cine ecológico? ¿Es lo mismo ser ecológico que sostenible?, etc.
Les planteé cómo la verbología de mercado despliega
indiscriminadamente términos amables y políticamente correctos que parecen
sinónimos, y de cómo yo había preferido aplicarles el sentido crítico y marcar
la diferencia.
De ahí surgía el título de este taller:
Haciendo honor a las capacidades del público, desplegué el eje de mis reflexiones a partir del cual desarrollar la jornada:
Apoyándome en propuestas audiovisuales de diversos autores y
en mi propio trabajo creativo (no necesariamente ecológico pero si sostenible),
se desarrolló la parte teórica del taller. Para cuando llegamos al final de las
proyecciones, ya estábamos todos situados en las ventajas de la “Microecología
Fílmica” y el “Cine Sostenible” que en definitiva es lo que venimos haciendo
muchos desde siempre y lo que íbamos a poner en práctica aquella tarde.
GUIONES Y STORY |
Quince días antes, le había entregado a Jordi cuatro micro guiones (S.O.S, Gadgets, La Leche, Ilumínate) para que fueran calentando motores y, aunque no habían profundizado mucho en la pre-producción (es de sobra sabido que la llegada de “la primavera valenciana” altera las sangres nuevas…), la energía y el entusiasmo que desplegaban permitió que los móviles último modelo de aquellos adolescentes captaran la realidad de las mini-historias propuestas en un tiempo record y con demostrada resolución.
Mientras en la casa se rodaba sin
parar y se reorganizaban tareas, yo había salido a grabar un “mini-making” con
uno de los grupos (S.O.S) cuyas localizaciones eran todas exteriores. Y como si
la meteorología respetara los planos, la lluvia se presentó en el último y
entonaron el fin de rodaje.
Caía la noche y ya estábamos
todos de vuelta. Ahora solo quedaba entrar en calor y rasguear otro poco la
guitarra. Mario, uno de los alumnos con los que había compartido la tarde, no
dudó en mostrarme sus composiciones “blueseras” y sus estupendas letras.
Así, aún embelesada por la pureza
creativa de la adolescencia, atravesé olivos y naranjos de camino a casa,
segura de que el futuro de la educación pasa por repensarse y expandirse más
allá de los muros de la escuela.
Susana Rey, marzo de
2012